La crianza no ha sido tarea fácil ni para padres, ni para hijos, es un proceso de aprendizaje para unos y otros y que constituirá la base de su vida para la fortaleza y confianza en el futuro.
Son muchos los mitos y patrones en cuanto a educación y crianza se refieren. En especial, si se trata de hombres, siempre nos preocupamos por criar un hombre feliz y no un macho más del montón.
Cuando nos enteramos que vamos a hacer madres, amamos a ese ser que viene en camino, aún sin conocerlo, ya damos por vida por él o ella. Inmediatamente, nos surge la intriga y la curiosidad de saber el género de nuestro hijo, tal vez pensamos lo bonito que sería comprarle un vestido o un moño a una niña, pero también imaginamos nuestra vida al lado de un hombrecito que nos dará mucho amor y fortaleza.
¡Estoy esperando un niño! Y quiero que se un hombre feliz y fuerte, no un macho.
Y es que desde el momento en que nos enteramos el género de nuestro hijo, empezamos a planear todo para su llegada. Por supuesto, alistamos su ropita, su habitación, decoramos todo de color azul, compramos esos corbatines que ya deseamos poner al bebé, alistamos la pañalera, pensamos en un nombre especial, entre otras cosas, pero más allá de todo esto nos preocupa su educación.
Antes de ver un niño muy bien vestido con su montón de juguetes y una habitación muy decorada, quiero ver un hombre feliz, que tenga las bases necesarias para ser independiente, para ser fuerte y feliz. A veces, las personas creen que la vida de un hombre es mucho más fácil, porque simplemente no se va a dedicar a las tareas del hogar o no le va dedicar tiempo a su presentación personal y preparar él mismo su ropa del otro día o su almuerzo. Pero no, yo quiero que mi hijo no sea egoísta, que sea una persona que piensa en los demás que ama en su familia y los apoya siempre incondicionalmente.
Quiero un hombre que sea consciente de todo lo bonito que puede llegar a sentir y transmitir, que sea un hombre lleno de seguridad y carácter, pero también de humildad y carisma. Que si debe llorar lo haga sin temor a ser juzgado y que pueda expresar sus sentimientos libremente, sin importar lo que los demás puedan llegar a pensar.
¿Cómo criar un hijo fuerte y feliz?
1-Trasmítale amor y felicidad
Pareciera muy fácil, pero incluso la misma vida se encarga de traerte obstáculos. Toda una serie de situaciones con las que debes luchar como madre se pueden presentar, pero eres tú quién da ejemplo. Tu hijo va a seguir tus pasos, bríndale un entorno de amor, de felicidad, de paz y serenidad.
Pero, lo primero que debes haces, es enseñarle a tu hijo que su felicidad está dentro de él mismo. Inculca el amor propio, que sea fiel a sí mismo, que sea feliz con lo que tiene y que descubra su propio potencial y lo que es capaz de brindar a los demás. Siempre siendo transparente y con el valor de decir la verdad, sabiendo decir si y no.
2-Prepáralo para el futuro
Claramente no podemos formar el hombre perfecto, pero si un hombre que a futuro cuando tenga su familia, esté al lado de una mujer que la haga sentir protegida, segura, amada, respetada, que pueda compartir al lado de una persona en plenitud. Que entienda sus emociones, que vivan basados en la inteligencia y el amor, que no sea una carga para su esposa sino que por el contrario le dé su lugar de mujer y no de empleada.
3-Háblale de sentimientos
Los sentimientos son los que nos conllevan a tomar acciones y decisiones. Por ello, es importante que nuestro hijo identifique los sentimientos y pueda adquirir las habilidades necesarias para afrontarlos. Con ello lograremos que constituya su parte más afectiva y pueda lograr una fortaleza tanto mental como emocional.
Lo único cierto, es que como madre de un niño tenemos un trabajo invaluable de poder modificar el estigma, el machismo a los hombres y cambiar positivamente la sociedad en la que vivimos. Somos las encargadas de transmitir, antes que cualquier otra cosa, amor, cariño, respeto y enseñar a nuestros hijos a ser personas y hombres en todo el sentido de la palabra. A vivir con justicia, siendo personas que dan ejemplo a sus futuros hijos nietos y demás generaciones que se avecinen.