Un maestro le dio la mejor lección de vida a un alumno en una de las aulas.
Mucha gente considera a los maestros como los segundos padres que la vida les permite tener. Esto, debido a que ellos son los encargados de encontrar las formas idóneas para transmitir mejor el conocimiento. Además de enseñarles materias, también les interesa enseñarles los valores más importantes. No solo les interesa que sus alumnos aprendan muchos conceptos, sino también prepararse de la mejor manera para la vida. Sólo así sabrán relacionarse con la sociedad, comprenderán que el respeto es la base de todo y mostrarán empatía con quienes los rodean. Asimismo, tendrán una vida feliz porque siempre estarán interesados en hacer el bien.
Por otro lado, los docentes también cumplen la función de inspirar a las personas a ser mejores. De todo corazón señalan sus errores y dan buenos consejos sobre cómo superar las dificultades.
Por eso, hay un dicho que dice “si la corrección ha de ser humillante, entonces no se sabe qué enseñar”. Bueno, los grandes maestros saben claramente que las personas los escuchan cuando se sienten bienvenidos y apoyados. Prueba es una maravillosa anécdota en la que un profesor dejó a uno de sus alumnos una de las mejores lecciones de su vida. En este artículo te lo compartimos.
El momento en que un estudiante se encuentra con uno de sus maestros icónicos
Un día, un joven se encuentra con un anciano que conoce y quiere saber si aún lo reconoce. Porque había sido su maestro durante varios años. Sin embargo, cuando le preguntó, el hombre le dijo que no se acordaba de él. Así que el joven le dijo que había sido su alumno.
El anciano se alegró de verlo y quiso saber qué hacía el joven. Entonces, después del interrogatorio, él le dijo que también decidió convertirse en maestro. Además, reveló que fue él quien lo inspiró a elegir esta misma profesión. Así que el anciano quiso saber cuál era la causa exacta de tan gran motivación. El joven le recordó una historia que habían vivido juntos en un salón de clases y le dijo que allí estaba la respuesta.
La historia hace que el joven quiera dedicarse a la enseñanza
Cuando era estudiante, se enamoró de un nuevo reloj propiedad de uno de sus compañeros de clase. Debido a esto, decidió sacarlo de su bolsillo y conseguirlo para sí mismo.
Este otro alumno se quejó con el maestro cuando se dio cuenta de que alguien le había quitado el reloj. Por eso, antes de que comenzara la clase, la maestra dijo que aparecería el reloj y preguntó quién lo tenía.
Sin embargo, el joven no respondió nada porque no quería devolvérselo. Por esta razón, el profesor tuvo que recurrir a una estrategia diferente para la recuperación de temas.
Así que cerró la puerta del dormitorio, les dijo a todos que se levantaran y les dijo que revisaría las maletas de todos hasta que sonara el reloj.
También les dijo que durante la búsqueda, las personas deben cerrar los ojos. Bueno, él es completamente responsable de la ejecución de la estrategia. Así que encontró el reloj en el bolsillo de este joven y le dijo a la clase que pudo encontrar el objeto que estaba buscando. Pero nunca lo regañó ni reveló quién lo tenía. Por eso defiende su integridad y dignidad. No deja que nadie se entere para que no hagan comentarios hirientes.
“Si para corregir debes humillar, no sabes enseñar”: una gran lección
Gracias a eso, el joven entendió que los educadores no necesitan humillarse para que sus alumnos sean conscientes. El objetivo nunca es hacerles daño, sino concienciarlos para que no tengan que sufrir graves consecuencias más adelante.
Además, comprenden que la dignidad de todas las personas es preciosísima. Entonces, cuando lo arreglan, lo protegen para que el aprendizaje de sus alumnos no se vea afectado. Si quieres transmitir una lección importante a alguien, no olvides nunca esta frase que decía un profesor: “Si hay que humillarse para corregir, no se sabe qué enseñar”.