Sabemos que vivimos en una sociedad altamente competitiva donde cada vez los niños hacen cosas más avanzadas. Escuchamos a nuestros amigos hablar de cómo sus hijos de 4 y 5 años ya leen y están aprendiendo un nuevo idioma, de cómo están practicando un nuevo deporte o tocando un instrumento. En ese momento revisamos el proceso de nuestros hijos y nos preguntamos ¿por qué mi hijo no hace eso? ¿Habrá algo malo en él?
Lo anterior nos lleva a ponerles un montón de actividades nuevas y queremos que sean eficientes en todas, no nos detenemos a pensar qué ocurre en la mente de nuestros hijos cuando hay toda esa presión. En este punto la situación no es que los niños hagan o no, lo importante es que lo hagan porque quieren y no porque los convencimos de que lo hicieran, en otras palabras, los empujamos a que lo hicieran. Esto ya que cuando ellos no están listos para ese aprendizaje se van a sentir tensionados y esa experiencia va a dejar una huella emocional que a la larga van a asociar el aprender algo nuevo con un momento de alto estrés y disgusto.
Los expertos indican que el cerebro de cada niño es diferente y por ende cada uno adapta su aprendizaje al momento que considere adecuado y cuando se sienta cómodo. Entender esto es fundamental para no caer en la necesidad de comparar a nuestros hijos con los de otros puesto que el ejercer tanta presión sobre ellos les creará consecuencias a nivel emocional y físico. El experto en medicina y neurociencia Francisco Mora, advierte que el intentar que un niño aprenda a leer o escribir antes de que el de muestra de querer hacerlo hará que el niño sufra. Por eso te voy a dejar 4 consejos que te muestren porque no debes presionar a tus hijos y cómo hacer que su aprendizaje sea más orgánico.
Todo tiene un tiempo
Mora indica que el cerebro de un niño se prepara para aprender a leer cerca de los 7 años, de nueva cuenta depende del proceso de cada niño, en ese orden si se fuerza a que lo haga antes de estar preparado, creara en el niño frustración y baja autoestima. Debes entender que el que tu hijo no sepa sumar o restar a los 6 o 7 años no significa que no esté al nivel de otros niños, como adultos y padres debemos entender que para el cerebro de un niño todo tiene un tiempo prudencial. Si no los presionamos, podremos ver como todo será más libre y rápido.
Estudiar con emoción
Hace parte de nuestra labor como padres el motivar a nuestros hijos y estimular su aprendizaje, pero eso no es ejercer presión. El aprendizaje de nuestros hijos requiere de orden eso implica motivarlos, atenderlos, fabricar el conocimiento, organizar lo aprendido, retener y evaluar. Si todo lo anterior es transversal a la emoción del niño, el proceso será exitoso. Debemos entender que nuestros hijos, y de hecho nosotros cuando fuimos niños, aprenden con emociones, si una clase de ciencia les resulta estimulante de seguro su mente la va tener presente así como a los temas vistos.
Ayuda a que él aprenda
Como somos parte activa en el proceso de aprendizaje de nuestros hijos el secreto para poder ayudarles a aprender está en escuchar lo que ellos tienen para decirnos sin dejar que pierdan la motivación que tienen por aprender. Para que su aprendizaje sea efectivo, los niños requieren descanso, socialización con otros niños y contacto con el aire libre, eso le permitirá potenciar sus habilidades al ritmo de su maduración.
Establece objetivos para aprender no para rendir
Siempre vamos a buscar que nuestros hijos tengan los mejores resultados en sus actividades, para ello la presión es el último camino que debes tomar, en su lugar motívalo a que haga las cosas por gusto y cuando termine pregúntale que aprendió, de esta manera aprenderá que lo importante no son solo los resultados sino también los errores que haya cometido durante el proceso, eso le enseñará que puede equivocarse sin tener temor a ser juzgado.