De pequeña solía escribir cartas a mi mamá, en ellas a través de letras distorsionadas le escribía “te amo” una y otras vez, usando todos los garabatos que podía y colores vivos con el objetivo de que ella pensara que era la cosas más bella que había visto. Sin embargo, debo decir que mi momento favorito era ver que ella la leyera.
Me encantaba ver como sus ojos se hacían más luminosos entre las lagrimas y el orgullo. Sin lugar a dudas, escribirle a mi madre fue de las mejores cosas que he hecho en mi vida. No obstante, en los últimos días me puse a pensar en el por qué deje de hacerlo, por qué deje de tener esos detalles con ella si era tan increíble y satisfactorio además de hacerle saber a mi madre todo el aprecio y el amor que siento por ella. Por eso hoy aunque no sea su cumpleaños ni una fiesta especial, decidí hacerle una carta a ella.
Carta a mi madre, por su amor incondicional
Mamá sé que han pasado muchos años desde la última vez que te escribí. Sin embargo, el día de hoy sentí una gran necesidad de hacerte saber el amor y la admiración que siento por ti. Desde niña me has cuidado como el mayor tesoro que tuvieras,. me hiciste sentir apreciada y con tu esfuerzo y dedicación me enseñaste que el amor si existe.
Cuando enfrentabas algún obstáculo siempre te sobreponías con la mayor valentía y aunque también tuvieras miedo con tus abrazos me hacías sentir segura y protegida. Sé que la vida no ha sido fácil para ti, por eso en muchas oportunidades me siento a pensar en lo mucho que has hecho por mi, en todas las adversidades que has tenido que atravesar y que siempre has enfrentado con una sonrisa. ¡Me siento la mujer más afortunada del mundo!
En ti siempre he encontrado refugio. Fuiste mi primera amiga, has sido mi enfermera, mi maestra y mi apoyo en los momentos más difíciles. Tengo que confesarte toda la seguridad que me transmite uno de tus abrazos. Cuando estoy pasando por un momento de dificultad solo con una de tus miradas me haces sentir que todo estará bien. Aun que ya no soy la misma niña pequeña, todavía busco protección bajo tu falda cuando me siento intranquila. En tus brazos todavía puedo percibir la fragilidad con la que me tratabas desde la infancia y en ese momento tu calor de madre logra reconfortar mi corazón que se llena de ternura.
Eres mi mayor heroína
Con tu ejemplo y cada uno de los obstáculos que superaste me enseñaste a ser resiliente, me mostraste que con paciencia y perseverancia puede alcanzar mis metas. A pesar de las adversidades tu siempre mantienes la frente en alto, me hiciste ver que a pesar de las circunstancias todo en la vida tiene una solución, de allí se desprenden los grandes logros que he conseguido.
Te veo como una mujer valiente, independiente y capaz de lograr todo lo que se propone y si bien en algunos momentos eres vulnerable como cualquier otro ser humano, a través de tus ojos puedo ver ese deseo de vencer y salir adelante. Por eso te agradezco, el hecho de que seas así me mostró la forma en la que debo asumir mi vida.
Por ti hoy soy grande
Todavía tengo en mente los consejos que me dabas de pequeña, la frase “el mundo es tan grande como tú quieres que sea” es la que me repito todos los días porque me hace sentir que siempre puedo ir más allá de los límites que pensé que tenía. Todos tus consejos me han permitido vencer cada uno de los miedos a los que me enfrentaba por eso a cada lugar al que voy recuerdo cada una de tus palabras y las aplico en todas las instancias de mi vida, mi guía es tu valentía.
Todo el amor que me has brindado me enseñó que soy merecedora de eso y más. Le diste valor a mi vida y a lo que soy, haces que me sienta grande y orgullosa de lo que he construido. Cada uno de los valores que me enseñaste me convirtieron en una mujer maravillosa, porque si bien cometo errores al final se que comparto tu esencia. El ser humilde, fuerte, arriesgada y determinada a conseguir sus sueños. Gracias mamá.