Como padres tenemos días agitados. El mundo va a toda revolución no solo por la cantidad de avances tecnológicos y científicos que surgen todos los días, si no también porque las normas de crianza han mutado en las últimas tres décadas.
En medio de la primera mitad del siglo pasado, para ser más exactos quizá fue en la década de los ochenta, era normal que se criaran a los niños con la denominada “mano dura”. De este modo, no solo los padres “corregían y educaban” a los niños con castigos físicos, sino que a los profesores también se les permitía hacerlo.
Un ejemplo claro de esto fue la crianza que recibieron mis padres, tanto mamá como papá. La idea de crianza de los que fueron mis abuelos estaba basada en demostrar quién mandaba sin tener en cuenta que esa idea puede incluso llevar a humillar a los hijos. Su único objetivo era que los hijos les tuvieran “respeto” usando el miedo como instrumento de cohesión, ellos no tuvieron en cuenta el daño que podían provocar.
Por fortuna para mí y mis hermanos, mis padres decidieron modificar ese modelo con el que ellos crecieron. Su objetivo principal es que nosotros creciéramos en un lugar seguro y tranquilo y que jamás pasáramos por algo parecido, su estrategia fue buscar ayuda.
Ahora tenemos la ventaja de que el modelo de crianza ha cambiado de pies a cabeza. La sociedad pasó de un extremo a otro: de padres que “educaban” con castigo físico, a la laxitud en la crianza; una donde muchos padres por escaparle al castigo, perdieron el control de sus hijos. Eso no significa que los niños deban ser criados con temple. El objetivo es que sea una crianza enriquecida y tranquila.
El mundo no tiene muchas personas amables y asertivas. Puesto que es algo que se enseña desde la infancia. Ante todo, y como siempre decimos, todo lo bueno y lo malo se aprende del ejemplo de los padres.
Los niños deben aprender que todos los seres humanos son iguales. Me refiero a que, sin importar el color de piel, estatus socio-económico, género, creencias y demás diferencias, todos somos exactamente iguales, con cualidades y defectos. Por esto, te presento algunos consejos para que tus hijos sean seres humanos ejemplares.
1- Haz que sea cortes
Nací en un país latinoamericano en el que decir: “Buenos días”, “gracias”, “por favor”, “si, señor(a)” o “no, señor(a)”, son reglas básicas en la educación infantil. Además, se nos enseñó desde pequeños el respeto por los adultos y el buen trato a los demás. Sin embargo, estas buenas costumbres se han ido perdiendo al paso del tiempo.
2- Incentívalo para que investigue y no se quede con dudas o con información superficial.
Es importante que los niños exploren sus posibilidades y capacidades. Esto se logra solo cuando se lee y se pregunta a las personas adecuadas lo que necesita saber.
3- Motívalo a que explore y se divierta
Una infancia sin diversión no es infancia. Es muy fundamental que los niños jueguen , descubran , se diviertan y exploren el mundo. Esto les enseña a disfrutar la vida, desde lo más pequeño hasta lo más grande. Además, también les ayuda a valorar lo simple de la vida.
4- Incentívalo para que sea altruista
La vida no tiene ningún sentido si vamos por el camino y no somos capaces de conmovernos con el sufrimiento ajeno. Es conmovernos y ayudar en lo que esté en nuestras manos.
5- Enséñale a ser optimista y resiliente
Todos vivimos malos momentos que pueden hacernos perder la fe e incluso los deseos de seguir adelante. Ser resiliente y optimista no te excluye del sufrimiento, pero si te ayuda a enfocarte en la solución y no en los problemas. No ocultes los problemas que tienes, por temor a poner a sufrir a tus hijos. Se honesto con ellos y diles que, aunque estés angustiado sabes que es algo temporal. Mantén el buen ánimo y sigue dando lo mejor de ti a tu familia.
Por último, debo decir que en tus manos está que tus hijos sean seres humanos de bien, talentosos y exitosos. Recuerda que tus ellos son el reflejo de la persona que eres y son el legado que dejas al mundo.