Como madres sabemos que una vez llegan los niños todas nuestras prioridades cambian, básicamente porque ellos se convierten en la única prioridad. Nos centramos en su atención, cuidados, crianza y por supuesto en brindarles todo nuestro amor y por eso a la larga la limpieza de nuestros hijos habla más de nosotras como madres que nuestro cabello y uñas aunque suene un poco rudo para nosotras.
De alguna forma nuestros hijos se convierten en una pequeña representación nuestra ante los demás. Te preguntarás por qué. La razón principal es que cuando nuestros hijos van creciendo se convierten en mini esponjitas y aprenden todo lo que decimos e imitan nuestras actitudes y también la forma en la que se ven nos proyecta como madres.
A nuestros niños debemos tenerlos siempre bien vestidos, arreglados, limpios, oliendo bonito y por supuesto muy bien cuidados, eso sin sin dejarnos a nosotras de lado. Ambos podemos sentirnos bien y estar bien presentados ante los demás, lo que nos permite dar una buena impresión.
Sabemos que antes de embarazarnos nuestra prioridad somos nosotras mismas, nos cuidamos el cabello, las uñas, procuramos estar bien maquilladas y siempre lucir las mejores prendas, de modo que nuestra imagen siempre sea impecable porque sabemos que es nuestra carta de presentación ante la sociedad, pues nos guste o no es algo que todavía cuenta mucho.
Sin embargo, cuando llegan los hijos nuestra vida da un giro de ciento ochenta grados. Nuestras responsabilidades aumentan y cambian lo cual lleva a ya no tener tanto tiempo para nosotras mismas como antes y eso no solo implica el maquillaje o la ropa, también implica cambios físicos que trae la maternidad. Por ejemplo el aumento de peso o la caída de los pechos y puede que eso nos haga sentir desanimadas.
Aun así, esto no debe ser así. Lo primero que debemos aceptar es que esos cambios son normales y que con un poco de nuestro trabajo y esfuerzo no van a ser permanentes. En ese orden es crucial que organices tus horarios para poder hacer algo de ejercicio, no deben ser dos horas diarias, pero si por lo menos dedicarte de quince a treinta minutos para ti. Además, puedes hacer algunos cambios en tu alimentación y arreglarte de una manera que te haga sentir cómoda con este nuevo cuerpo postparto. Acá lo importante no es cómo te vean los demás sino cómo te percibas tu misma.
No obstante, entiendo que un hijo demanda mucho tiempo y quizá sientas que no puedes cambiar tu rutina para no afectar la rutina de los niños, yo sé que para ti ellos van antes que cualquier otra cosa y por eso es a ellos a quienes vas a dedicar tu tiempo y tu energía. Te vas a esforzar en traerlos bien aseados, con ropa limpia, cara impecable y unos bellos zapatos, a la larga eso va a halar de ti como mamá.
Los hijos van primero y sabes que el que ellos este limpios y con buena vestimenta habla de como distribuyes tus prioridades más allá de las uñas, el cabello, la ropa o el maquillaje perfecto. En ese punto ya no es una cuestión de quedar bien con los demás y no significa que le demos importancia a lo que otros dicen de nosotras, para este momento ya se hace por el bienestar y salud de los niños, ya que un niño que no tenga buena higiene está más expuesto a bacterias y enfermedades.
Con lo anterior no quiero decir que no le permitas a tu hijos ser niños, tú sabes que ellos son muy curiosos y descubren el mundo a través de sus manos y por supuesto se limpian con su ropa, por lo que llevar una mudo de más en la maleta para después del juego o del parque no está de más. Recuerda que no es necesario que sea ropa de marca, lo importante es que esté limpia y bien cuidada.
Ya por último, con el objetivo de dar una buena impresión, papá y mamá también pueden estar grandiosos, cuando tú te vayas a arreglar que papá lo cuide y cuando él requiera el tiempo tú cuidarás a los niños, con eso las cargas están alanceadas y cada uno tiene su espacio.